En la mayoría de las culturas la elaboración y consumo de bebidas alcohólicas ha estado presente, ya sea que hayan sido utilizadas en rituales sagrados, en tratamientos médicos y quirúrgicos o en festejos ancestrales. Sin embargo, el exceso en el consumo de bebidas alcohólicas, ha provocado que se conviertan en un problema social y de salud muy importante.
En México, las estadísticas proporcionadas por la Secretaria de Salud mencionan que existen alrededor de 32 millones de bebedores que el 59.3% son hombres y el 40.6% son mujeres, de ese número el 30% de bebedores son adolescentes de entre 12 y 17 años y que 27’000 personas mueren al año por su manera de consumir alcohol. Su abuso también se ha relacionado con violencia intrafamiliar, violencia en general, delincuencia y accidentes de tránsito y laborales.
Aunque todo lo anterior es altamente preocupante, es necesario que sepamos si su consumo beneficia nuestro cuerpo y cuales son las alteraciones que su ingesta provocan en el organismo. Básicamente su consumo habitual puede originar alteraciones en uno o varios órganos, trastornos nutritivos y dependencia.
La recomendación de consumo de alcohol es de 1 (mujeres) a 2 (hombres) copas de vino (tinto, de preferencia) por día, para mejorar la salud cardiovascular. Esta recomendación está respaldada por estudios en diversos países como Italia, Estados Unidos y México. La forma mediante la que esto actúa, es por lo flavonoides, taninos y otras sustancias propias de la uva, que actúan como antioxidantes, mejorando la salud de la cubierta interna de los vasos sanguíneos. Sin embargo, cuando incrementa el consumo, la ventaja se pierde, y a cantidades aún mayores, es dañino para el hígado y las células cerebrales.
Aunque son muchos y diversos los problemas relacionados con el alcohol, a continuación haremos referencia a los que se dan en el ámbito nutricional. En cuanto a alteraciones orgánicas podemos mencionar que en el esófago puede ocasionar reflujo ácido, ulceras esofágicas o incluso cáncer. El estómago se puede ver afectado por gastritis crónica. En el hígado las más conocidas son la hepatitis alcohólica y la cirrosis. La pancreatitis crónica puede poner en peligro la vida y a nivel intestinal es común padecer diarreas crónicas.
Por todo lo anterior, no es raro entender los trastornos nutritivos que trae consigo el abuso en el consumo del alcohol sobre el metabolismo, el cual se lleva a cabo principalmente en el hígado que tiene una limitada capacidad hepática para oxidarlo, lo que contribuye decisivamente en la aparición de la obesidad, ya que las bebidas alcohólicas contienen glúcidos simples con un alto valor energético.
El alcohol etílico proporciona 7.1 Kcal. x g., siendo consideradas como “Calorías vacías”, en dosis bajas, se metaboliza en el estómago, mediante la alcohol deshidrogenasa. Ya en el hígado, se convierte en acetaldehído (que es el responsable de la mayoría de las alteraciones que se presentan de manera inmediata tras la ingestión de alcohol, como vasodilatación facial y náuseas.
Aumenta la degradación proteica lo que dificulta la absorción de aminoácidos, altera los mecanismos de homeostasis de la glucemia provocando hipoglucemia. La absorción y el metabolismo de Vitamina A están igualmente alterados y se asocia con anomalías en la absorción y metabolismo del Hierro, Zinc, Magnesio y Potasio.
Por lo tanto, existen causas suficientes para que se produzca una malnutrición en el bebedor habitual. Aunque puede favorecer el sobrepeso, muchas de estas personas tienen un peso inferior al normal, debido a una alimentación escasa, ya que se ven afectados con frecuencia con la anorexia.
Es preciso destacar que aunque no todas las personas pueden llegar a padecer enfermedades orgánicas relacionadas con el consumo del alcohol, si la tendencia de ingesta continúa a la alza como hasta ahora, la población que se sitúa en niveles de riesgo seguirá siendo muy elevada. Esto justifica que las autoridades sanitarias se encuentren preocupadas y traten de adoptar medidas preventivas sobre este problema.
EN Candy Yeney Rentaría Ríos
Dr. Sergio Antonio Zúñiga González
En México, las estadísticas proporcionadas por la Secretaria de Salud mencionan que existen alrededor de 32 millones de bebedores que el 59.3% son hombres y el 40.6% son mujeres, de ese número el 30% de bebedores son adolescentes de entre 12 y 17 años y que 27’000 personas mueren al año por su manera de consumir alcohol. Su abuso también se ha relacionado con violencia intrafamiliar, violencia en general, delincuencia y accidentes de tránsito y laborales.
Aunque todo lo anterior es altamente preocupante, es necesario que sepamos si su consumo beneficia nuestro cuerpo y cuales son las alteraciones que su ingesta provocan en el organismo. Básicamente su consumo habitual puede originar alteraciones en uno o varios órganos, trastornos nutritivos y dependencia.
La recomendación de consumo de alcohol es de 1 (mujeres) a 2 (hombres) copas de vino (tinto, de preferencia) por día, para mejorar la salud cardiovascular. Esta recomendación está respaldada por estudios en diversos países como Italia, Estados Unidos y México. La forma mediante la que esto actúa, es por lo flavonoides, taninos y otras sustancias propias de la uva, que actúan como antioxidantes, mejorando la salud de la cubierta interna de los vasos sanguíneos. Sin embargo, cuando incrementa el consumo, la ventaja se pierde, y a cantidades aún mayores, es dañino para el hígado y las células cerebrales.
Aunque son muchos y diversos los problemas relacionados con el alcohol, a continuación haremos referencia a los que se dan en el ámbito nutricional. En cuanto a alteraciones orgánicas podemos mencionar que en el esófago puede ocasionar reflujo ácido, ulceras esofágicas o incluso cáncer. El estómago se puede ver afectado por gastritis crónica. En el hígado las más conocidas son la hepatitis alcohólica y la cirrosis. La pancreatitis crónica puede poner en peligro la vida y a nivel intestinal es común padecer diarreas crónicas.
Por todo lo anterior, no es raro entender los trastornos nutritivos que trae consigo el abuso en el consumo del alcohol sobre el metabolismo, el cual se lleva a cabo principalmente en el hígado que tiene una limitada capacidad hepática para oxidarlo, lo que contribuye decisivamente en la aparición de la obesidad, ya que las bebidas alcohólicas contienen glúcidos simples con un alto valor energético.
El alcohol etílico proporciona 7.1 Kcal. x g., siendo consideradas como “Calorías vacías”, en dosis bajas, se metaboliza en el estómago, mediante la alcohol deshidrogenasa. Ya en el hígado, se convierte en acetaldehído (que es el responsable de la mayoría de las alteraciones que se presentan de manera inmediata tras la ingestión de alcohol, como vasodilatación facial y náuseas.
Aumenta la degradación proteica lo que dificulta la absorción de aminoácidos, altera los mecanismos de homeostasis de la glucemia provocando hipoglucemia. La absorción y el metabolismo de Vitamina A están igualmente alterados y se asocia con anomalías en la absorción y metabolismo del Hierro, Zinc, Magnesio y Potasio.
Por lo tanto, existen causas suficientes para que se produzca una malnutrición en el bebedor habitual. Aunque puede favorecer el sobrepeso, muchas de estas personas tienen un peso inferior al normal, debido a una alimentación escasa, ya que se ven afectados con frecuencia con la anorexia.
Es preciso destacar que aunque no todas las personas pueden llegar a padecer enfermedades orgánicas relacionadas con el consumo del alcohol, si la tendencia de ingesta continúa a la alza como hasta ahora, la población que se sitúa en niveles de riesgo seguirá siendo muy elevada. Esto justifica que las autoridades sanitarias se encuentren preocupadas y traten de adoptar medidas preventivas sobre este problema.
EN Candy Yeney Rentaría Ríos
Dr. Sergio Antonio Zúñiga González
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